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Emergiendo de entre los cuatro seres vivientes, una especie de voz proclamaba:

— Por un kilo de trigo, el jornal de un día; por tres kilos de cebada, el jornal de un día; no causes daño, sin embargo, al aceite y al vino.

El Cordero rompió el cuarto sello, y oí la voz del cuarto ser viviente, que decía:

— ¡Ven!

Al mirar, vi un caballo amarillo montado por un jinete que se llamaba “Muerte”. Detrás de él galopaba el “Abismo”, ambos con poder para aniquilar la cuarta parte de la tierra valiéndose de la espada, el hambre, la peste y los animales salvajes.

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